En Guatemala según la Federación Internacional de la Diabetes (IDF), cerca del 10.9% de la población ha sido diagnosticada; sin embargo, solo el 50% está en tratamiento; ya que el resto la padece sin saberlo, es decir que su diagnóstico es tardío, hasta que desarrollan complicaciones crónicas, tales como: insuficiencia renal o ceguera.

Desde el principio, la diabetes mellitus (DM) del tipo que sea, se ha constituido como un problema de salud con alcances importantes en las esferas económicas y sociales; y debiéramos estar conscientes de que afecta cada vez a más personas; tanto que para el 2030, existirán 643 millones que la padecerán a nivel mundial (FID), habiéndose multiplicado el número de pacientes que viven con ella, más de cinco veces en los últimos años.

Hay dos tipos de diabetes, una asociada a la mala alimentación y a estilos de vida poco saludables; y la otra, una enfermedad autoinmune que destruye las células que liberan la insulina e imposibilita a los pacientes a producirla (por lo que no se puede prevenir), poniéndolos en riesgo de muerte si la misma no se sustituye inmediatamente luego del diagnóstico; sin embargo, muchos factores harán que las barreras que enfrentan ambos grupos para llevar una vida saludable en su compañía, sean compartidas.

Obstáculos en la población pediátrica:

  • Retraso en el inicio del tratamiento con insulina, pensando que quienes padecen diabetes tipo 1 pueden ser tratados como si tuvieran diabetes tipo 2.
  • Desinformación, en relación a la posibilidad de que un niño o adolescente pueda desarrollar DM. En muchas ocasiones se les juzga de forma negativa cuando se administran insulina.
  • Escasos profesionales entrenados en el manejo de esta patología en la edad pediátrica.

Barreras para ambos grupos:

  • Carencia  de programas gubernamentales de educación nutricional y educación en diabetes que le compartan al paciente y su familia, las herramientas de prevención y de cuidado desde el inicio, para evitar  desarrollar complicaciones agudas y crónicas en el futuro.
  • La vulnerabilidad, especialmente de la población pediátrica a la publicidad dirigida hacia el consumo de alimentos procesados, y el encarecimiento de los alimentos saludables.
  • Ausencia de campañas de información sobre los síntomas de la DM, lo que impide reconocerlos de forma temprana; haciendo que los pacientes se presenten en condiciones críticas, que ponen en riesgo su vida e incrementando los costos del cuidado inicial.
  • Difícil acceso a centros asistenciales de salud en las comunidades.
  • Necesidad de las familias de cubrir casi en su totalidad el costo del tratamiento, ya que existe carencia de programas que les den acceso adecuado a los insumos que se requieren para poder enfrentar el tratamiento adecuado de su diabetes.
  • Imposibilidad económica para acceder a la tecnología, lo que podría mejorar la expectativa de vida y mejorar su pronóstico.
  • Ingresos recurrentes de los pacientes a hospitales nacionales o privados debidos a la ignorancia y falta de insumos, impactando la economía de cada una de las familias y de la sociedad.
  • Riesgo de complicaciones crónicas asociadas al pobre control metabólico, como: insuficiencia renal y enfermedades cardiovasculares.

¿Qué podemos hacer?

  1. Como sociedad civil, abogar porque se respeten los derechos a la salud de las personas con DM.
  2. Solicitar recursos para hacer investigación y determinar la situación de la diabetes tipo 1 y tipo 2 en la comunidad.
  3. Ser vehículo para concientizar a la población sobre los signos y los síntomas de la diabetes.
  4. Ayudar a borrar los estigmas que se tiene sobre la diabetes y su origen, y sobre el uso de insulina y su asociación popular con una droga.
  5. Involucrarnos en programas de educación nutricional y educación en diabetes.

Dra. Maya Serrano / Endocrinóloga Pediatra