sobrepeso y obesidad
en niños y adolescentes ¿cómo prevenirlos?
Dra. Maya Serrano / Endocrinóloga Pediatra
La obesidad y el sobrepeso son enfermedades complejas, resultado de la suma de componentes genéticos, ambientales, neuroendocrinos, metabólicos y de comportamiento. En ellas, la ingestión de energía excede al gasto; por lo que el exceso, se transforma en grasa que es depositada en el tejido subcutáneo y alrededor de los órganos internos, y se manifiestan por un peso corporal mayor con relación al valor esperado según el sexo, talla y edad.
Aunque son enfermedades crónicas, deben considerarse una emergencia médica importante; y actualmente se constituyen en una pandemia a nivel global que requiere el desarrollo de medidas prioritarias en salud pública; por lo que cada paso que demos en su prevención ayudará a que se reduzca en el futuro el número de personas afectas de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, dislipidemias, apnea obstructiva, cáncer, entre otras.
Para bajar de peso sin comprometer la salud debemos:
- Obtener todas las herramientas necesarias para tener el estilo de vida deseado.
- Realizar cambios en dieta, actividad física y estilo de vida que incluyan la participación familiar y se adapten a los hechos de la vida real.
- Establecer y mantener un estilo de vida activo, mientras más temprano mejor; ya que la actividad física disminuye en los niños entre los 5 y los 10 años de edad. Solos, el ejercicio o la dieta, son insuficientes para mantener una pérdida sostenida de peso.
- Mejorar los conocimientos sobre nutrición y los beneficios del ejercicio.
- Modificar creencias.
- Motivarse a realizar cambios en el estilo de vida, tanto personal como familiar.
- Permitir la comunicación con su médico pediatra y su nutricionista respecto al tema.
- Evaluar qué tan adherentes han sido usted y su familia a los cambios que le sugirieron realizar.
Las decisiones relativas a lo que comen los niños, y la forma en que se presentan los alimentos como elementos promotores de sobrepeso y obesidad dependen en gran medida de:
Concepto familiar de niño sano.
La mitad de las madres no perciben adecuadamente los problemas de peso de sus hijos, por lo que es importante el seguimiento del pediatra durante toda la infancia y la adolescencia, para comparar el peso y la estatura, con parámetros normales para su edad y sexo.
Filosofía familiar sobre la alimentación.
Las creencias sobre la alimentación, son ideas a veces erróneas, sin que su beneficio se haya comprobado; pero influencian la forma como comemos.
Actitud hacia la comida.
El rechazo a consumir vegetales y frutas en los más pequeños, porque los mismos no son usados por los adultos de la casa, los lleva a ingerir dietas desbalanceadas, ricas en carbohidratos.
Alimentos fuera de casa.
La frecuencia con la que se toman fuera de casa, especialmente el desayuno y la cena, y el consumo calórico que proviene de las refacciones también debe tomarse en cuenta.
La dieta típica de los adolescentes.
Su contenido en grasas corresponde al 36 % de las calorías diarias; asociado a una ingesta elevada de carbohidratos simples, especialmente relacionado con bebidas ricas en fructosa; sumado a la mayor preocupación por el rechazo y abandono de otros, que se sufre durante la adolescencia y mayor insatisfacción consigo mismos (sobre todo en el sexo femenino), hacen que este grupo tenga mayor riesgo de presentar trastornos alimentarios que van en el espectro de la obesidad y sobrepeso, pasando por la bulimia y la anorexia nerviosa.
Factores sociales y culturales.
Las recomendaciones de la familia, amigos, publicidad, prensa, o experiencia personal, determinan las creencias, sentimientos y acciones de aproximación o evitación de cada uno con respecto a la comida. Son adquiridas a través de la experiencia de nuestra vida individual y grupal e involucran una alta carga afectiva y emocional, reflejando finalmente nuestros deseos, voluntad y sentimientos.
Nivel socioeconómico.
Es más barato adquirir y consumir algunos alimentos procesados que los más nutritivos.