Uno de los momentos más difíciles a los que se puede enfrentar una persona (y ninguno de nosotros está exento de que esto nos pase), es el diagnóstico de una enfermedad crónica.

La enfermedad crónica como la diabetes, la hipertensión, el cáncer, entre otras, no solo afecta físicamente, sino también a nivel afectivo y emocional. Por lo tanto, el proceso de afrontamiento es fundamental para llevar la enfermedad de la manera más adecuada. Las reacciones más comunes ante este tipo de diagnóstico suelen ser el rechazo, la negación y la ira ante un destino injusto. Son reacciones esperadas por cualquier persona, pero también son reacciones que hay que superar.

La actitud de la persona diagnosticada es fundamental al afrontar una enfermedad crónica, esto se puede hacer básicamente de dos maneras: positiva y constructiva o negativa y destructiva o mejor dicho, autodestructiva.

Un hábito positivo es informarse sobre la enfermedad y aclarar todas las dudas, la posibilidad de tratarla, aliviar los síntomas, ralentizar los efectos, participar en los tratamientos necesarios, buscar apoyo en un entorno social donde pueda expresar los sentimientos y emociones que despierta la nueva situación.

La forma negativa es hacer lo contrario, encerrarse en uno mismo y caer en la autocompasión. Esto solo conduce a la depresión, una enfermedad, incluso en algunos casos, más dolorosa que una autodiagnosticada. Afrontar una enfermedad crónica obliga a los pacientes a adaptarse, es una forma de duelo similar al que se experimenta cuando muere un ser querido.

Etapas de duelo por enfermedades crónicas:

Negación: Es la primera etapa en aparecer tras el diagnóstico de una enfermedad o la ausencia de un ser querido. Se produce de forma inmediata. En ocasiones, esta fase viene acompañada por un estado de shock cuando la pérdida llega de forma inesperada, que la persona no es capaz de asimilar. Se trata de una sensación completamente natural en el ser humano. Nuestro organismo está diseñado para activar el mecanismo de supervivencia cuando se ve amenazado. En este sentido, el cerebro actúa negando lo ocurrido para protegerse del dolor.

Ira: El final de la negación trae consigo una reacción de frustración e impotencia. La persona se acaba dando cuenta de que la realidad no va a cambiar. La etapa de ira aparece cuando empiezan a brotar sentimientos de odio. Es muy habitual dentro de las fases del duelo. En ocasiones, esa ira también se proyecta hacia otras personas que se encuentran alrededor, o incluso hacia sí mismo.

Negociación: Cuando los sentimientos de enfado se diluyen entra en juego una necesidad por intentar recuperar la realidad pasada. Es común la negociación dentro de las fases del duelo, como por ejemplo, tratar de recuperar la salud. Quien lo sufre fantasea con desenlaces alternativos. Sabrá que se encuentra en esta etapa si mantiene pensamientos como: “si hubiese actuado de esta forma no tendría diabetes” ,  “si no hubiese comido tanta azúcar…”, “si no hubiese tomado tanta gaseosa…”.

Depresión:  Arranca con el fin de las fantasías y desenlaces alternativos. Es el momento en el que se vuelve a la realidad y nos damos cuenta del enorme vacío que nos ha dejado, en este caso, ese diagnóstico. La depresión es una de las etapas más delicadas emocionalmente. Se trata de una etapa de tristeza profunda. Muchas personas sienten que no tienen motivos para continuar con su vida. Es aquí donde más síntomas relacionados a no superar el duelo aparecen.

Aceptación: Es la última etapa del duelo en aparecer. Pone fin a la negación del hecho traumático. La persona no solo comenzará a ser consciente de su enfermedad, sino que aprenderá a vivir con ella. Para alcanzar esta fase, es preciso haber atravesado las cuatro primeras. Muchas personas solo consiguen hacerlo después de varias sesiones con un especialista de la salud mental que les ayuda a sanar.

La enfermedad crónica no significa el fin de la vida. Es necesario buscar nuevas metas y objetivos que den fuerza e ilusión para vivir cada día. Cada persona es diferente y se necesita de apoyo psicológico, para evitar el aislamiento. El papel de un profesional de la salud mental, es brindarle al paciente un abordaje terapéutico y multidisciplinario que ayude al paciente con una enfermedad crónica a sufrir menos estrés y responder mejor al tratamiento. El diagnóstico de una enfermedad crónica no es fácil de asumir, requiere de fuerza de voluntad del paciente y el apoyo incondicional del entorno. 

Definitivamente, el primer paso es darse cuenta de que, a pesar de las circunstancias difíciles, la vida todavía le pertenece y aún es posible vivirla plenamente.

Artículo por: Lic. José Armas / Psicólogo