Las enfermedades crónicas pueden afectar gravemente la calidad de vida de quienes las padecen y también pueden experimentar procesos como ansiedad y en algunos casos, un mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión.
Es sumamente importante cuando las enfermedades acontecen durante las etapas más vulnerables de la vida, como la niñez y la adolescencia. En estos casos, es importante recordar que las reacciones emocionales ante una enfermedad puede que sean normales y esperadas. Cuando un niño tiene una enfermedad, es natural que la familia se centre en encontrar y mantener el tratamiento más eficaz. Al cuidar el bienestar físico de un niño, es fácil olvidar la tensión mental de una enfermedad crónica. Sin embargo, se tiene evidencia de que en enfermedades crónicas en niños y adolescentes esté relacionada con reacciones psicológicas:
- Malestar emocional
- Síntomas de depresión y ansiedad
- Miedos que no son compatibles con la etapa de desarrollo
- Pérdida de control
- Cambio en la imagen corporal
- Aislamiento social
- Preocupaciones recurrentes
- Cambios de comportamiento
Cómo pueden afectar las enfermedades crónicas a un niño:
Escuela: puede faltar a la escuela o recibir educación en casa cuando está enfermo.
Amistades: los niños que están enfermos o tienen restricciones alimenticias o de actividad pueden sentirse aislados de sus compañeros.
Actividades extraescolares: al niño lo limitan y no podrá participar en estas actividades tan bien como antes del diagnóstico.
Actividades sociales: la toma de medicamentos en determinados momentos del día pueden incluso dificultar que los niños vayan a una fiesta de cumpleaños o duerman.
Desarrollo emocional/psicológico normal: si la afección se diagnostica a una edad temprana y sigue a su hijo durante la adolescencia, puede interferir con el desarrollo conductual normal de los jóvenes a medida que se vuelven más independientes y se separan de sus padres.
Debido a estas interrupciones en la vida diaria, los niños con enfermedades crónicas a menudo se sienten excluidos o cohibidos. Dependiendo de su edad, estos sentimientos pueden provocar problemas de conducta, ansiedad y depresión. Sin embargo, no todos los niños tienen problemas. Es posible que algunos, especialmente los niños más pequeños, no comprendan completamente lo que está mal. Si las personas que le rodean le ayudan a sentirse cómodo y seguro podrá afrontar esta situación y comportarse como cualquier otro niño. Muchos padres quieren proteger a sus hijos de la difícil y dolorosa realidad de la enfermedad. Es posible que eviten hablar de medicamentos o de los detalles de la enfermedad, o a veces incluso del nombre de la enfermedad, por temor a que esto cause más miedo en el niño.
Si no está seguro de cuánta información desea compartir con su hijo, se sugiere acompañar la descripción de una explicación de lo que se está haciendo para que el niño se sienta empoderado. Un profesional de salud mental puede ayudarle a comprender qué es apropiado para el desarrollo de su hijo.
La intervención psicoeducativa es un paso a la intervención, que consiste en educar e informar, tanto al niño o adolescente con algún trastorno del desarrollo, como a su familia sobre las particularidades de la patología, su tratamiento para minimizar sus efectos y cómo mejorar su calidad de vida.
Artículo para Revista Diabética por:
José Alejandro Armas / Psicólogo